Pues sí, chicas, es toda una incógnita lo que pasa dentro de nuestro/s bolso/s. Pongo lo de la “s” porque sabemos ya de sobra que ninguna chica tiene un solo bolso, sino que los bolsos en nuestro armario se cuentan por ¿miles? Bueno, a lo mejor miles es algo exagerado, pero si pensáis por un momento todos los bolsos que habéis tenido a lo largo de vuestra vida, seguro que el número supera vuestra imaginación con creces… Una vez, en un centro comercial escuché como un chico le decía a su novia:
- Pero ¿cuántos bolsos tiene una mujer?
Y ella, sin mirarle (porque estaba toqueteando fijamente uno de CH), le contestó:
- Buena pregunta, cariño… Ninguna lo sabemos.
Con los bolsos nos pasa algo parecido a lo de los zapatos. Nunca tenemos uno que pegue con el último modelito que hemos comprado, nunca nos parece que tenemos suficientes y todos los bolsos que vemos nos parecen ideales… Tanto, que ya no sabemos donde meterlos en casa porque los tenemos de todos los colores, texturas, tamaños y formas. Cada vez que voy con mi chico de compras y veo en un escaparate un bolso que me gusta, siempre acabamos con la misma conversación:
- Cariño, ¿para qué quieres otro bolso si tienes ya muchos? Además, ya no caben más en casa.
- Sí, tengo muchos, pero ya están pasados de moda, y además este es ideal para mi falda gris porque…
- Ya, pero es que tienes muchos, ya, cariño, anda, no lo necesitas, vámonos…
Y a ti te entra como un cosquilleo por el cuerpo, como si te hubiesen drogado con algo (a lo mejor en los escaparates de las tiendas de bolsos echan una droga en el aire que hacen que entremos a comprar!!). No haces más que mirar el objetivo-bolso con los ojos como platos, ya no escuchas, entras y TIENES que comprar ESE bolso.
A la salida ya no hay discusión: tu chico te mira como si estuvieses enferma y tú sólo agarras con fuerza la bolsa donde va el bolso metido dentro y sonríes mientras caminas por la calle. Te falta decir: “Mi bolso, teléfono…”, como si fueras E.T.
Luego hay otro tema que me fascina: ¿Por qué una nunca encuentra las cosas a la primera dentro del bolso? Da lo mismo el tamaño del bolso, aunque reconozco que en los de tamaño XS si no encuentras algo puede ser por varios motivos:
1.- Vas borracha
2.- Estás ciega y necesitas gafas ya! Mañana pides cita para el oculista
3.- Tienes dislexia o algo parecido y confundes la tarjeta de fichar del trabajo con tu DNI
4.- Has quedado con el chico que te gusta, estás nerviosa y en vez del paquete de cigarros, metes klinex en el bolso, y por eso no encuentras lo que buscas dentro
Y si el bolso es grande… Pufffffffffffffffffff. Aquí si que empiezan los problemas… Si buscas el monedero en el supermercado, puedes sacar la vida: el neceser, la agenda, la funda del móvil (sin el móvil dentro), un paquete de chicles… Y ya, el monedero. Yo creo que a las cajeras les dan un curso de “como no perder la paciencia ante clientas que no encuentran el monedero en sus bolsos”.
Luego todas hemos vivido alguna vez la situación en la que estás de copas por la noche con tus amigas, se acerca el típico chico a pedirte fuego, no le oyes, y tú sacas tu móvil, el tío intenta explicarte que no quería tu móvil, pero tú no te enteras, vuelves a meter la mano en tu bolso “mágico” buscando el mechero, y tachánnnnnnnnnn, un tampax!! El tío se queda a cuadros (porque no sé que les pasa a todos con los tampax, pero parece que les dan miedo… A ver, bonito, ¡si la que se lo va a poner soy yo!). Y claro, cuando encuentras el mechero, el bomboncito ya está en la otra punta, cogiendo su cazadora y diciéndoles a sus amigos que hay una loca por ahí suelta…
Lo de las llaves es inexplicable. Buscas las llaves, no las palpas, miras dentro del bolso, ¿tendré un agujero en el forro?. Nada, no están. Alarma. ¡He perdido las llaves! Movilizas a tus amigas a buscar las llaves por la acera de la terracita donde habéis estado. Avisas al camarero para que te llamen por si las encuentra alguien por allí. Tus amigas insisten: “¿Seguro que has mirado bien? Vuelca el bolso, anda”. Vacías el bolso, nada. Te pones a llorar: “Siempre las pierdo, soy un desastre, soy una inmadura”. Te pillas el puntito con caña tras caña para consolarte y cuando vuelves a casa a las 3 de la mañana, metes de nuevo la mano en el bolso y: ¡Sorpresa! ¡¡¡¡Están aquí!!!!
Y luego está, el clásico: ese momento en el que suena tu móvil, vas conduciendo, sabes que te llama la persona que llevas esperando que te llame toda la semana, metes la mano en el bolso y sacas TODO menos el móvil. El semáforo se pone en rojo, frenas, vuelcas el bolso porque un sonido estridente sale de él. Por fin, aparcas en un lado y cuando lo vas a coger, ya han colgado. Joderrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!
¿Alguien puede explicarme por qué pasan estas cosas?
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